lo siento... --concluye Andrea-. No se me ocurrió nada mejor para sus Reyes. El abuelo contempla sus manos orgulloso como nunca: «¡No las hay iguales en Milán y, además de ser tan recias, abrochan botoncitos de niño! » PorlatardelerelataelepisodioaHortensia, que le esperaba en su ático con la sorpresa de una bufanda. Ella ríe, pues por un momento pensó también en guantes, pero recordó esas manos.