verse en la cómica situación del perseguidor burlado, impotente allí en la acera, desnuda la cabeza, con su navaja inútil provocando miradas divertidas... De repente le sobrecoge una idea: «¡Soy un loco, he dejado al niño solo, soy un viejo loco!» Regresacorriendotambién,recuperandoalpaso su sombrero caído e imaginandose las mil cosas que pueden haberle ocurrido al chiquillo. A tiempo llega, porque ya una mujer desconocida se inclina sobre la