de dar ocasión a que el sinsentido de la huida rodeara tenazmente su cabeza. ¿A dónde estaba huyendo? La pregunta llegó a colarse en su mente en tanto la luz del Macao le atraía una y otra vez como a una palomilla nocturna.Cuandoalfindejódeandarcomprendió que la huida terminaba allí, lo mismo que en el banco del parquecillo recóndito, sabiendo que pronto o tarde iba a volver en busca del jersey que no se atrevió a tomar