irrumpe un grupo de músicos con calzas, jubones, capas de colores; son los simpáticos estudiantes de la Tuna universitaria, que interpretan para los satisfechos comensales daneses, belgas o neoyorquinos su pieza predilecta, su éxito inmarchitable, su triunfo internacional: ¡Clavelitos! El desdichadopalidece,exigeinmediatamentelacuenta al consternado camarero, se precipita a la calle con vivos deseos de vomitar. En previsión de ese tipo de encontronazos funestos, evita las zonas de peligro, asoma prudentemente