miserable y ruin personaje-, el apático e impasible sujeto conserva con todo un pequeño rescoldo de magnanimidad. Después de vacilar unos minutos -el tiempo de orinar como siempre en el lavabo, limarse las uñas, cerciorarse ante el espejo de que no le ha crecidounaverrugaycontemplardesdelaventana de su estudio el casquete de mazapán de la Opera- le vemos prevenir por escrito a la invisible esposa su gallarda resolución de protestar. La gabardina y sombrero de fieltro