la cabeza antes de doblar una esquina y si divisa a la gallarda y donosa estudiantina de barbas quevedescas entonando cla-ve-li-tos, cla-ve-li-tos, cla-ve-litos de mi corazón, da media vuelta, escapa con una ligereza excepcional a sus años, empuja y casi derriba a pacíficostranseúntescomosiacabaradecometer una fechoría y, en vez de la abominable musiquita, fuera perseguido por vengadora jauría a los gritos de ¡Al ladrón! ¡Al ladrón! DESDOBLAMIENTOS La transparencia del tejido social del