todos los libros que el abuelo había amontonado en el trastero. Miguel asintió y se dijo que tenía que encontrarlo. Ninguna otra lectura le había absorbido hasta el punto de resultarle imprescindible conocer su desenlace, averiguar si el abominable Hombre Invisible había sido finalmente capturadoosicontinuaríacometiendofechorías a través de los siglos. Aquellos días se entretuvo componiendo un puzzle de más de mil piezas. El abuelo le hacía visitas para ver cómo progresaba y a veces permanecía con él