tono, la palabra adecuada, para distraer ahora a Genoveva. David había reaccionado, pero no estaba alegre. «No necesito el yate. No lo necesitábamos entonces», dijo. Y Julián no quiso investigar hasta qué punto vivía ya inmersoenlaagonía.Selimitóareplicarle:«Hasolvidado lo difícil que era todo. No teníamos dinero. No teníamos un lugar donde asentar los pies. Estábamos siempre contraviniendo alguna ley...» Pero David no le