, ser aquella Pietà en la luna del espejo -¡ pesa ya tan poco su Brunettino!-... Pero él sospecharía. Se reprime y se refugia también en el puro instante. « ¡ Que no se rompa! », reza. Medianteunhábilrecorte,elcochecitoesquiva el golpe de un camión que tenía la obligación de cederle el paso. -¡Cómo conduces, Andrea! La interpelada vuelve un momento su mirada y su sonrisa hacia Hortensia.