, la asistenta. Los señores acaban de marcharse. La mujer acomoda diestramente al niño en su cunita. -Tiene sueño; se dormirá pronto... Con su permiso, voy a continuar la limpieza. Al viejo le sorprende algo... ¡Eso es! ¿Cómo noloadvirtióantes? -¿Duerme ahí el niño? -y, ante el mudo asentimiento, insiste-: ¿ También por las noches ?... Pero -explota indignado-- ¿es que aquí en Milán estos