en un grito: -¡Viva Brunettino! De pronto, una inspiración: -¡Mereces desfilar a caballo! Coge al niño, lo eleva por encima de su cabeza provocandole chillidos de susto y regocijo, y lo instala ahorcajadassobresushombros.Elniñoseaferraal crespo cabello con sus manitas, el viejo le sujeta por las piernecitas y sale del estudio, entre los aspavientos de Anunziata, doblando las rodillas en la puerta por miedo al dintel