que le resulta aduladora. «¡Tonterías! Los recién nacidos no se parecen a nadie. No son más que niños. Nada, bultos que lloran.» -Buenas noches, padre. Bienvenido. El viejo se queda solo y su primer gesto es descorrer lascortinas:odiatodotrapodeadorno.Através de los cristales ve un patio y, enfrente, otra pared con ventanas cerradas. Abre y se asoma. Arriba, lo que en Milán es el cielo nocturno: un bajo dosel de
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ODIAR - Sentir una intensa antipatía y aversión [hacia alguien cuyo mal se desea]