el camino de regreso me encerré en un silencio terco, deliberado. Temí que Santiago nunca pudiera llegar a comprender lo que estaba ocurriendo. Ahora nuestra separación era insalvable. Me sentía desoladoramente sola, junto a Bene que me conducía cogida de la mano. Habíamosabandonadoelcaminoymarchábamoscampo a través, lejos del curso del río. Tratábamos de encontrar un atajo para llegar antes a casa y escapar de aquella noche, densa y fría, que nos había caído encima. Me entristecía