pasos precipitados y sientes que te tiran enérgicamente de la manga. No es el evanescente conspirador oteka sino el camarero: como siempre que flipa bajo la influencia del porro, nuestro héroe se había olvidado de pagar su diábolomenta. EN LA PENUMBRA Llegadosaestepunto,noesprecisoadmitirquela gama de ocupaciones e intereses del andoba es más bien limitada: callejeos maniáticos, obsesivos, casi perrunos por el Sentier; visitas extravagantes y errátiles a asambleas y morabitos; lecturas