algo diferente. Los padres viven obsesionados con la libertad de sus hijos. No quieren reprimir nada en su conducta, en su forma espontánea de producirse. No quieren castrar a sus hijos. Crecen como pequeños robinsones y descubren por sí mismos las causasdelosfenómenosquelesrodean.O,mejor,como hijos de Tarzán, vagabundos en la maleza, expuestos a los peligros de la selva sin otra compañía que un animal domesticado y la sombra del padre que vuela de árbol