dentro de una vasija de porcelana. Un perfume de lilas se extendía por el salón, y cuando la madre de Julián le hizo una seña para que se sentara a su lado, David avanzó un poco aturdido, embriagado conlaluzyelcolorylosaromasquelerodeaban. La anfitriona se recostaba sobre el moaré dorado del sofá. La espalda recta, apoyada levemente en el almohadón, la cabeza alzada, la delgada estructura del cuerpo, la volvían flexible