pasaban con frecuencia, levantando una nube de polvo que los envolvía, y haciendo temblar la tierra bajo los golpes poderosos de sus pisadas. Siempre iban corriendo, y cuando ya los tenía muy cerca, salía disparada a refugiarme tras una columna de la marquesina. Desde allílescontemplabaconterroryentusiasmo.Avecespasaban largas caravanas de gitanos silenciosos y cansados. Conducían sus pesados carromatos, y yo no sabía nunca a dónde se dirigían ni de dónde venían. Siempre ha existido