intensamente y con descaro. Supe enseguida que allí no solía entrar nadie. "¿Eres de aquí?", me preguntó. "No. Sólo he venido a pasar unos días", le respondí mientras le seguía, pues había decidido enseñarme toda la casa. Yocontemplabatodoaquelloadivinandotusombra por aquel museo de ruinas y abandono, donde no había más adorno que el trazado de las grietas que amenazaban desde el techo y los huecos polvorientos de cuadros desaparecidos.