sus preguntas con total lucidez y aun llegó a recomendarle una semana de descanso y despreocupación en el campo. El médico se acariciaba la calva sudorosa y cambiaba con Mercedes esporádicas miradas cargadas de optimismo. Pero, cuando se disponía a prescribir la dieta alimenticiaadecuada,laabuelalecontemplódela misma forma que se suele contemplar a un loco o a un borracho y declaró que había tomado una decisión. «A partir de ahora, me alimentaré única y exclusivamente de