alguien el mayor tiempo posible. Su estado era lamentable, sí, pero no por eso había que desatender ni que tratarle como a un mueble viejo. A veces, alguna de las enfermeras hacía solitarios junto a él, fingiendo consultarle en cada momento, yMercedeslecontemplabacontristezadesde el pasillo. Se había empeñado en normalizar al máximo su vida, confiaba vagamente en que de una manera gradual empezaría a reaccionar a los estímulos exteriores. El médico le