la soledad lo rodeaba como otro silencio, como el pañuelo blanco en el cuello, el humo del faso pocas veces lejos de esos labios casi demasiado finos. Matilde lo vio por primera vez -por esta nueva primera vez- desde la ventana del dormitorio enlosaltos.Floraandabadecomprasysehabía llevado a Carlitos para que no lloriqueara de aburrimiento a la hora de la siesta, hacía el calor espeso de enero y Matilde buscaba aire en la ventana,