su lado. «Cerrar los ojos --decía el cura en la Misa del colegio-- y estaréis contemplando la noche eterna. En ella viviremos sepultados hasta el día glorioso de la Resurrección...» Sonó el teléfono. La chica adelantó la mano para cogerlo,peroDavidlearrebatóelauricular. --¡Mamá --dijo--, mamá!... La voz de la madre se oía lejos, a veces se desvanecía y llegaban cortadas las palabras... Mañana... el entierro...