¿Quién me las pide: tú o la sombra que un día me abrazaba? Todavía no sé si seguiré escribiendote. No son celos. Los celos son temor justificado a perder la preferencia del ser en quien un día colocamos la nuestra. Pero no esGenovevaquienmearrebataamipreferido.Esmucho más sutil que todo eso. No podría escribirte, imaginarte, quererte en tu actual encarnadura. ¿De qué forma el David que conozco se transfunde con éste, o