sí mismo, y que un estímulo ajeno a él, la presencia de Genoveva, le impelía a hacerlo. «Es más fácil contar la propia vida a los desconocidos que a aquellos que comparten con nosotros cada minuto», pensó. Ahora Genoveva esperaba cortésaqueélapurarasuturno.Perocuandoélcalló no volvió a hablar de la villa en el Norte. Retrocedió hasta el punto de partida, hasta el momento en que Julián le entregara los planos ofreciendo: