costumbre. Frente a su lugar en la cabecera, no había asiento, el maitre, simplemente, empujó la silla de ruedas. En un abrir y cerrar de ojos le sirvió una copa de vino tinto. Alex la levantó ante la llama para verificar su color, luego laapuródeunsorboyvolvióadejarlacopasobrela mesa. --Tengo derecho a tomar vino. --¡Ah! --¿Sabías que Valembrose perdió un ojo? --No