que caían sobre el borde del jarrón. «Es dura, dura, dura...», pensó Julián. La mujer se volvió y lo miró, y él se sintió amenazado por aquellas pupilas brillantes, traspasado por aquellos círculos diminutos y grises. --Túestáscomosiempre--afirmóGenovevaunavez terminada la investigación. --No sé si eso es bueno o malo --dijo Julián. Ella eludió la respuesta y continuó: --David lo decía: Julián no cambia