que no los tiene de día? ¿Que se vea junto a ellos si tiene miedo de madrugada?... ¿Abandonabas a tu hija, Hortensia? ¡No te creo! La mujer sonríe, aquietadora; su mano se posa en la del hombre. --Abandonar...--murmuraHortensia--.Eso no es abandono. «¡Qué buena es!», reconoce el viejo mientras la escucha. «Piensa como yo, pero no quiere echar leña al fuego