le: -¡Y llevas mi bufanda! -¡Tu caricia en el cuello! La mujer sonríe. El no se atreve a añadir que huele a ella y en el acto se reprocha haberlo callado. ¿Quélepasa?¡Niquefueraotro!Lainvitaacafé y una vez sentados desahoga su indignación contra esos padres: -... pero todo es inútil. Son más tercos que un morueco y les han metido la idea en la cabeza