mismo que quién? Y es que ya no sabía quién era él ni tampoco quién era yo. Me sentía empujada hacia una transformación inevitable. Un día le descubrí junto a Bene en el jardín. Les vigilaba, como otras veces, desde una discreta distancia. El nisiquieraadvirtiómipresencia.Ella,encambio,me miró clavando sus ojos en mí con desprecio, mientras rodeaba con su brazo el cuello de mi hermano igual que lo haría una serpiente. En un esfuerzo supremo, me mantuve