para él, del que, sin duda alguna, Bene era la responsable, al menos eso pensaba yo mientras clavaba mi mirada acusadora en la muchacha. Recuerdo que me escocían los ojos por culpa del viento y del esfuerzo que hacía para no pestañear siquiera. Peroellanopudoadvertirlaconcentraciónqueyo le dedicaba, pues ya entonces estaba entregada a otro asunto que le interesaba mucho más. Y, sin embargo, aún tuvo valor para decir: --¡Qué