la calle a un niño llorar me detengo: busco en su llanto el sonido particular del llanto de Dieguito. Los Zeting ya no estaban en París. Salías por carbón, yo creo, impotente ante el sufrimiento. Recuerdo que una tarde intentaste leer el periódicoysemegrabótugestodedesesperación:"No puedo Quiela, no entiendo nada de nada, nada de lo que pasa en este cuarto." Dejaste de pintar, Dieguito murió, fuimos casi solos al cementerio, a Marie Blanchard se le
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