hombre de mundo. Usted, sin duda alguna, conoce bien a las mujeres. Digame una cosa con absoluta franqueza: después de leer la carta que acabo de mostrarle, ¿le parece que puedo seguir esperando que ella vuelva? --Esimposiblevaticinartalcosa--repliquédiplomático--, pero, por si vuelve, yo de usted tendría preparada la penicilina. Y ya que hemos llegado al turno de ruegos y preguntas, acláreme un punto: ¿qué