, y una estampa plastificada que mostraba por una cara un calendario caducado y por el dorso la foto de una chica en canesú. Me extrañó no encontrar nada más, hasta que caí en la cuenta de que probablemente no serían aquéllas sus prendas personales,sinoeluniformequeleproporcionaba el hotel. Tras breve ponderación decidí quedarme con ambos artículos. Lo propio hice con su reloj de pulsera y con el billete de avión que había de permitirme regresar a Barcelona