acerca de lo recto de mis intenciones, arrojé la barra de hierro a la cabeza del más corpulento, giré sobre mis talones y arrastrando a la Emilia me di a la fuga en dirección a la catacumba. Poco duró, sin embargo, la ventaja que el factor sorpresanosproporcionaba,yaque,apenasloscinco individuos se hubieron repuesto de su estupor, cambiaron entre sí truncas frases guturales, salieron pitando detrás de nosotros y nos dieron alcance en el cuarto de