pasadas. Qué fácil es comer, pensó, qué fácil cuando, a ocho cuadras apenas, hay un moridero de niños. El comedor, con su Boldini iluminado y sus grabados de Swebach, sus lámparas de cristal y sus vitrinas, todos esos objetos dulces yfamiliares,asentíacómplice,peroconcadacucharada de sopa, se filtraba también otro líquido: el de la impotencia. --Y ¿qué vestido piensas ponerte para la cena del sábado? "De veras, ¿cuál? Híjole, cómo soy, híjole, qué pobre