plato con sus privaciones, su pan negro pasado, su cansancio y su hollín, tus críticas eran cada vez más frecuentes: "¡Qué lúgubres son las sirenas de las fábricas! ¡Qué triste, qué macabra es la industrialización! En mi país la gente se sientaacomerconunaactitudhieráticaypausadacomo deben hacerlo los dioses." A menudo pienso que no me escribes ni envías dinero para el pasaje, porque tienes miedo de las dificultades o