recubrir con su propia carne. Tener tanta vida por dentro y no poder darla. Jaló la cobija en torno al tambache a que quedara lisita y de pronto se detuvo... Rosa la miraba entre desafiante y lastimera y de sus ojos rodarongruesaslágrimas.Mónica,entonces,colocóaquel bultito a su lado, en el hueco del brazo materno. La mujer siguió llorando mientras atraía al hijo. ¡Había un niño en la casa, un niño chiquito! Se necesitaban