señor Madrigal con su tablero, para apoyar el papel en que iba aumentando la lista y el lápiz para apuntar que se llevaba a la boca y se la pintaba de violeta. De pronto sentí que estaba arriesgando mucho más de lo que había supuesto. Siempre he tenidomiedoaequivocarme.Hubieraqueridoquese rompiera la realidad pero la realidad jamás se rompe. Quise gritar: "¡No, no, deténganse, no se los lleven! ¡No toquen nada!..." De pronto ya no eran muebles sino seres