conseguí, porque ella, Suzanna Trash, fue gradualmente relajando su tensa fisonomía, con lo que se puso más guapa, abandonando la forzada postura de karateka que para escucharme había adoptado y dejandome a mitad de relato plantado en el salón para irse a lacocinaaprepararuncaféyunastostadas.Allector avisado no habrá pasado por alto que de mi crónica oral omití el hecho de que el dinero del maletín me había sido robado, porque todo me inducía a