, empero, desapercibido un número garrapateado en la pared, cerca del teléfono, del que tomé nota mental antes de regresar junto al moribundo, que había entreabierto los ojos y me miraba con más interés que sorpresa. --¿Don Muscle, me recuerda? --le pregunté. Moviólospárpadoscomodiciendoquesíocualquier otra cosa. --¿Quién ha sido, don Muscle? --volví a preguntar. Con esfuerzo logró articular unos sonidos que no pude descifrar