a la estación de servicio, y que pasaron una hora larga viendo cuartos y planeando la distribución de cama, sillas, mesa y otros muebles, mientras él repetía que no había plata y que si un día estallaba el fuego en la estación de servicio todo el vecindario iba avolarporelaire. --Pobre chica. No ve la hora de vivir con usted --comentó el maestro--. Sin embargo, mi consejo es no precipitarse. Hasta que estén plenamente seguros