tan descuartizadora como la de un matadero, los humanos acaban convertidos en meros tejidos, vísceras, orejas, miembros. Y encima, la hipocresía: todos allí tan untuosos, tan falsamente optimistas. ¡Qué diferencia con los reconocimientos de don Gaetano!Elviejo,mientrasvuelveavestirse,recuerda a la indiscutida autoridad médica catanzaresa, en su consulta del Corso. «Allí entra uno como quien es y sale siendolo más todavía.» Su iracunda reacción contra