un gargajo. --¡Se pasó toda la mañana babeando de rabia! Le eché a perder el día. ¡Hubiera visto cómo me miraba! Dejó de llover. A lo lejos, la neblina --o sería el vaho delatierra--selevantópocoapocoycubrióelpiede los árboles. Se veía lechosa, acogedora, lanudita, como si los espíritus de mil borregos blancos estuvieran allí apacentados. "Es la primera vez que veo algo dulce aquí",