no hemos visto ni la cuarta parte. Pero si usted quiere. --Estoy cansada. --Vamos entonces hacia la avenida. La mujer ya no habló. Caminamos levantando nuestros pies para despegarlos del suelo chicloso. El poni se habíaquedadoenlohondodelbosque.Laenfermeracruzó sus brazos debajo de la capa. Pude percibir su rencor por no haber sabido valuar en su justo precio el caudal de sus confidencias. Le dije en un tono ligero, informal: