alcohol --y nosotros le devolvemos los días perdidos con la estúpida y patética grandilocuencia de un hidalgo español. Al final ¿qué somos?: unos pobres diablos hambrientos y zarrapastrosos cuya dignidad sólo está a salvo porque evitan, bajo pretexto de orgullo,elcontactoconlosextraños,valedecir con el espejo de su miseria. Yo, esta noche --recordaba los ojos de ambos fijos en él-- alzo mi copa --había alzado su copa-- por la indignidad