absurda, que tuve ganas de reír. Le dije: «A veces me parece que se queja por gusto. Muchos sufren por ser enanos. Por ser alto, nadie.» Se disponía a contestar, porque pensaba que yo hablaba enserio,peroalvermicaravaciló,comosinopudiera creer que yo bromeara con su desgracia. Después de mirarme desconcertado, me agarró del pescuezo y me sacudió como un pajarito. --Sacudido por ese gigante