medida que él hablaba, su rostro se había vaciado de color mientras que mis mejillas estaban enrojecidas de placer. Fue tanto lo que me estimuló Lhote, que iba yo hasta los sábados en la noche y el director me miraba con simpatía. "Mademoiselle Biélova,esmagnífico,trabajaustedcuandotodos van a descansar o a divertirse." "Es que no tengo nada que hacer, monsieur." De abrir el atelier los domingos, allí me hubieran encontrado. Los domingos subía yo