al Régimen. No parece que esta megalomanía e injerencia en asuntos de competencia ajena hiciera mucha gracia al nuncio Cicognani ni al propio Pacelli, que de hecho no reconoció abiertamente el régimen de Franco hasta el Concordato de 25 de agosto de 1953, esdecir,másomenoscuandoterminaelplazoquenoshemos marcado para esta historia. Temeroso de que el Estado español, en nombre de su tan decantada peculiaridad, estuviese mangoneando la doctrina de Cristo de un modo también demasiado peculiar,