vida, la otra realidad, seguían sin revelársele, a pesar de que a veces --como un espejismo-- le engañara con sus falsos brillos. No encontraba la palabra, pero sí se sentía gratificado explayándose con la escritura de aquella larga carta aFrancescaquellevabacaminodenoterminar nunca. Abrió la ventana de la habitación. Era una noche demasiado fresca. Había dejado de llover y arriba se veía el firmamento limpio y cuajado de estrellas. Abrió la ventana y