, entre los árboles surgió una masa velluda, café oscura, sin ojos. ¿Qué es ésto, Dios mío? Hasta el corazón se me detuvo. La enfermera siguió caminando, pero al ver mi rostro regresó sobre sus pasos. --No es nada. Comonopodíamoverme,mejalódelamanga. --No es nada, es uno de los ponis. Seguí paralizada. --Como los caballerangos no los asean, así andan las bestias en